Contexto
Se sabe poco sobre el conocimiento, actitudes y provisión de píldoras de anticoncepción de emergencia por parte de los proveedores de atención a la salud en el Caribe de habla inglesa, en donde la violencia sexual y los embarazos no planeados persisten como problemas de salud pública.
Métodos
Entre 2005 y 2006, condujimos encuestas administradas por entrevistador entre un total de 200 proveedores de salud barbadenses y otros 228 jamaiquinos; los proveedores eran farmacéuticos, médicos generales, obstetras-ginecólogos y enfermeras. Con el fin de valorar las diferencias en las respuestas de los cuatro grupos de proveedores de servicios, se utilizo la prueba Ji cuadrada de Pearson para cada país.
Resultados
Casi todas las personas entrevistadas habían oído hablar de las píldoras de anticoncepción de emergencia; y la gran mayoría de proveedores de servicios barbadenses y jamaiquinos habían distribuido el método. Sin embargo, cerca de la mitad se había rehusado a distribuirlo alguna vez; las razones frecuentemente citadas fueron las contraindicaciones médicas para su uso, uso reciente, falta de disponibilidad del método, preocupaciones por la seguridad de la paciente y sentirse incómodo por recetarla. Solamente uno de cada cinco proveedores sabía que el método podría usarse con seguridad tan frecuentemente como fuera necesario; y sólo unos cuantos sabían que el método es efectivo si se toma dentro de las 120 horas posteriores a una relación sexual desprotegida. Cerca de una cuarta parte de los proveedores barbadenses y la mitad de los jamaiquinos consideraron que el método debería estar disponible sin receta médica; y la mitad de todos los proveedores creía que su uso alienta la toma de riesgos sexuales y que conduce a una mayor transmisión de ITS. No obstante, la mayoría de las personas entrevistadas consideró que el método era necesario para reducir las tasas de embarazos no deseados y estaban dispuestos a proporcionarlo a víctimas de violación, a mujeres que habían experimentado la falla de condones y a mujeres que no habían usado un anticonceptivo.
Conclusiones
Los futuros esfuerzos educativos para proveedores jamaiquinos y barbadenses deben poner énfasis en la seguridad y uso apropiado de las píldoras de anticoncepción de emergencia, así como en la necesidad de aumentar la disponibilidad del método.