Contexto
Las relaciones de pareja anteriores y actuales de los adolescentes influyen en su nivel de riesgos de salud sexual. Desde hace mucho tiempo las responsabilidades y necesidades de los hombres en materia de salud sexual han recibido menos atención que las de las mujeres. En consecuencia, es importante examinar entre los varones adolescentes sus tendencias de sexualidad y uso de anticonceptivos dentro de un contexto más amplio de las dinámicas de sus relaciones de pareja.
Métodos: En mayo de 2000, se realizó una encuesta a 1.438 hombres de 13–19 años que vivían en las favelas de Recife, Brasil. Los adolescentes ofrecieron información detallada sobre sus parejas, su actividad sexual y el uso de anticonceptivos en un formulario en forma de calendario donde se detallaban todos los meses, durante los últimos dos años. Se utilizaron análisis de regresión logística para examinar la relación entre las experiencias con sus parejas anteriores y actuales y su uso de anticonceptivos.
Resultados
En general, el 76% de los entrevistados informaron que habían tenido por lo menos una relación de pareja durante los últimos dos años; en el 49% de estas relaciones de pareja se habían mantenido relaciones sexuales (el coito). En promedio, las relaciones de pareja, regulares y casuales, duraron 4,7 y 1,6 meses, respectivamente. Los entrevistados generalmente pasaban solamente unos 2,8 meses de los últimos dos años en una relación sexual, de los cuales vivían 1,2 meses sin protección anticonceptiva. Entre aquellos que habían mantenido una relación de pareja recientemente, haber tenido una pareja sexual anteriormente estuvo relacionado con mayores probabilidades de ser sexualmente activo con la pareja actual o con su última pareja (razón de momios, 4,0). Entre los adolescentes sexualmente activos, haber practicado la anticoncepción en el momento del primer coito o con una pareja sexual previa estuvo relacionado con probabilidades más elevados de haber usado un condón con una pareja sexual actual o con la última pareja sexual (7,9 y 6,5, respectivamente).
Conclusiones
Para que las intervenciones y mensajes puedan ser diseñados a atender las realidades de los adolescentes, los programas de prevención deben tener un perfil más exacto de las dinámicas de pareja de los adolescentes, un conocimiento adecuado de la sexualidad de los adolescentes, y un cálculo más certero de la real exposición de estos jóvenes a conductas riesgosas.