Contexto: Los aumentos de los niveles de conocimiento del problema del VIH y de información acerca de su transmisión y prevención, son factores que no siempre están asociados con la disminución de una conducta sexual de riesgo entre los jóvenes de Camerún. Se necesita mayor información acerca de los factores relacionados con estas conductas.
Métodos: En 1995, se recopilaron datos sobre la conducta sexual y las características sociales, demográficas y económicas de 671 jóvenes residentes en Bamenda, Camerún. Se utilizaron técnicas de análisis de multivariables para analizar los efectos de estas características con respecto a los siguientes factores: iniciación temprana de las relaciones sexuales, las relaciones sexuales con varias personas, las relaciones sexuales casuales y la falta de uso del condón.
Resultados: La edad promedio de la primera relación sexual fue de 15,6 años entre los varones y 15,8 entre las mujeres. La principal razón para iniciar las relaciones sexuales fue la curiosidad (53% de los varones y 42% de las mujeres). Sin embargo, aproximadamente el 37% de las mujeres y el 30% de los varones indicaron que su primera relación sexual no fue voluntaria. Los factores más importantes que incidían en la iniciación sexual antes de los 16 años fueron la etnicidad del padre, haber asistido a la escuela y haber completado enseñanza primaria o los primeros años de secundaria. Los factores más sistemáticamente relacionados con las conductas sexuales de riesgo fueron la composición de la familia y el nivel socioeconómico del hogar. Al comparar a los jóvenes que vivían en un hogar con un elevado nivel socioeconómico con sus pares de hogares de bajos recursos se verificó que los últimos eran 1,4 veces más proclives a ser sexualmente activos y 1,3 veces más proclives a haber mantenido relaciones sexuales casuales durante el año anterior. Los jóvenes que vivían con un solo padre eran 1,6 veces más proclives a ser sexualmente activos que aquellos que vivían con ambos padres; 2,8 veces más proclives a tener varias parejas en el mismo momento, 1,7 veces a haber mantenido relaciones sexuales durante el año anterior y 1,1 veces a no estar usando condones. Vivir con sus abuelos resultó tener un efecto de protección, en tanto que vivir solo con otros hermanos, o con otras personas, generalmente aumentaba la probabilidad de involucrarse en conductas sexuales riesgosas.
Conclusiones: Los jóvenes de bajos recursos económicos y aquellos que viven en ambientes familiares menos estables son más proclives que otros jóvenes a observar conductas sexuales que les exponen al riesgo de contraer el SIDA. Mejorar las condiciones de vida de las familias, especialmente las de aquellas familias encabezadas por una mujer soltera, podría ayudar a desalentar el contagio de esta enfermedad.